El viaje a la felicidad desde dentro: como descubrir que la felicidad está en el interior
Una vida perfecta. Así pensaban todos los amigos de María. Con 35 años recién cumplidos todos la envidiaban. Inteligente, guapa, ingeniosa y divertida. Acababa de recibir un impulso definitivo a su carrera y sus ingresos superaban, con mucha diferencia, la media para una persona de su edad. Cada mañana, al levantarse, se preparaba un café que le traían de Colombia en su cafetera semiautomática. Mientras, miraba por la ventana de su ático situado en el mejor barrio de la ciudad y contemplaba las vistas de la bulliciosa y palpitante ciudad. Vestía con las mejores marcas y su ropero estaba lleno de vestidos, pantalones y camisas a las que ni siquiera había quitado la etiqueta. Su día transcurría haciendo el trabajo con el que siempre había soñado y que le fascinaba. Además era buena. Muy buena. Sus expectativas laborales no tenían techo.
Sin embargo, cada noche, al quitarse los tacones y dejar el bolso sobre la mesa, sentía un peso que ni su cuenta bancaria ni sus éxitos profesionales podían aliviar. ¿Por qué, si todo iba tan bien, seguía sintiéndose tan vacía?.
En realidad, María no se hacía expresamente esas preguntas, pero una de sus mejores amigas intuía que algo no iba bien. Sin decir, nada le invitó a un retiro de meditación en plena naturaleza. Aunque ella se resistió al principio, con mil excusas vacías, al final cedió y decidió acompañar a su amiga.
A las pocas horas de llegar al destino, sintió algo especial, como si hubiera descubierto algo inesperado: una revelación. Sentada, en silencio, rodeada de naturaleza, sonrió y se dio cuenta de algo que le iba a cambiar la vida. La felicidad no está donde siempre había estado buscándola. No está en la marca de su coche ni en los ceros de su cuenta bancaria: la felicidad estaba dentro ella. Solo tenía que aprender a encontrarla. En ese momento supo que su vida cambiaría para siempre, que empezaba una nueva aventura de autodescubrimiento y plenitud.
La falsa promesa de la felicidad material
Se me ocurre que hay dos tipos de personas (simplificando mucho, claro):
- Los que piensan que la historia de María es una «paparruchada» y que si teniendo un buen coche, un buen dinero en el banco, un trabajo excitante y todo lo que puede necesitar a nivel material, no es feliz entonces apaga y vámonos.
- Los que se sienten identificados, en parte o totalmente con este relato. Todas aquellas personas que alguna vez o, quizás ahora mismo, estáis pensando ¿por qué, si lo tengo todo, no me siento feliz?, ¿por qué siento este vacío si no tengo ningún problema material?
Ahora es cuando yo digo «el dinero no da la felicidad» y cuando miles de personas responden cosas como «díselo a una familia que vive en una chabola», «díselo a la gente que no llega a final de mes»… Entiendo las objeciones, pero me reafirmo.
Son varios los estudios que han acometido la tarea de relacionar felicidad con ingresos. Los dos más importantes son el dirigido por Daniel Kahneman y Angus Deaton, de la Universidad de Princetown en 2010 y el publicado en 2021 por Matthews Killingsworth, de la Universidad de Pennsylvania.
El primero asegura que la felicidad crece de forma constante hasta alcanzar una determinada cantidad (unos 75000 $) y que después el aumento de la felicidad se detiene. El segundo, sin embargo, explica que el aumento de la felicidad se extiende más allá de los 75000 $ en la mayoría de las personas mientras que en una minoría los niveles de felicidad no aumentan. He estado leyendo con detenimiento artículos en otros blogs, sobre todo norteamericanos, para ver si encontraba explicación a la aparente contradicción de ambos estudios. Efectivamente, el segundo estudio, que parece contradecir al primero, en realidad no lo hace, ya que introduce el concepto de que una mayoría de gente feliz si obtiene más felicidad con más riqueza y una minoría infeliz no lo hace. Esta es la clave. Si tu bienestar interior, tu fortaleza interna está bien trabajada un aumento de riqueza aumenta tu felicidad. Si por dentro no has alcanzado el equilibrio, si tu nivel de autoconocimiento aún no está en el óptimo, el aumento de riqueza no te supondrá ninguna mejora, porque necesitas mejorar por dentro primero.
Menciono estos estudios universitarios, hay más, para que veas que es un tema que interesa a nivel científico. Sin embargo, no es una preocupación nueva y todos los filósofos de la antigüedad ya han pensado sobre esto antes. Me gusta, especialmente, lo que dice la filosofía estoica sobre la riqueza material. Epicteto decía: “El hombre rico no es aquel que tiene mucho, sino aquel que necesita poco” y Marco Aurelio, que llego a ser Emperador de Roma, aseguraba que si cultivas tu vida interior y te esfuerzas en hacer lo correcto la abundancia externa llegará por añadidura.
Problemas internos vs. problemas externos
Reflexiona un momento. ¿Qué es un problema externo?, ¿Qué es un problema interno?.
Hay dos clases de problemas externos. Los primeros son sobre los que tenemos influencia , es decir aquellos que podemos solucionar. Los segundos son aquellos problemas que nos vienen dados por el hecho de vivir y sobre los que no tenemos influencia.
Por ejemplo, si te falta dinero puedes formarte para buscar un trabajo mejor o hacer horas extras; si se ha fundido una bombilla puedes cambiarla. Sin embargo no puedes hacer nada para cambiar a tu jefe o para ser más alto de lo que eres.
Entonces, si un problema tiene solución y está a nuestro alcance no hay que preocuparse, sino que hay que ocuparse. Preocuparse no hace sino consumir nuestros recursos y hacernos sentir mal.
Cultivando tus habilidades interiores, tu inteligencia emocional, tu resiliencia etc. podrás ocuparte de esos problemas que están a tu alcance sin que deteriore ni un ápice tu sensación de bienestar.
Con los problemas que no podemos lidiar por estar fuera de nuestro alcance debemos aprender a convivir. ¿Por qué preocuparse por algo que no está en nuestra mano?.
Como ya habréis pensado muchos, hay problemas muy gordos que te generan preocupación si o si. Por supuesto, no somos máquinas, pero tengo el convencimiento que si cultivamos nuestra fortaleza interior podremos minimizar esa preocupación para tener una vida más plena.
El camino hacia el desapego y la felicidad interior
Entonces, ¿Cómo podemos empezar a desconectar nuestra felicidad de lo externo y cultivarla desde dentro? Pues practicando el desapego.
El desapego no significa renunciar a todo y vivir como un monje. Significa entender que nada externo puede definirte o controlarte. Es vivir con intensidad, pero sin que nada ni nadie tenga el poder de interferir definitivamente en tu equilibrio interior.
Los estoicos tenían claro este concepto. Marco Aurelio, en sus Meditaciones, escribió: “La felicidad de tu vida depende de la calidad de tus pensamientos”. Si cultivas tu interior y haces lo correcto, la abundancia externa llega por añadidura, como una consecuencia natural.
Prácticas como la meditación, el journaling (escribir sobre tus emociones y pensamientos) y el mindfulness son herramientas poderosas para alcanzar este estado. La neurociencia también nos respalda: estas prácticas no solo nos ayudan a gestionar el estrés, sino que reconfiguran nuestro cerebro, fortaleciendo las áreas relacionadas con la calma y la resiliencia.
Voy a ayudarte a explorar un montón de estrategias que te ayudaran a convertirte en una fortaleza inexpugnable para los problemas y que te acercarán cada vez más a una vida plena. A tener una vida extraordinaria.
Conclusión para activar tu fuerza interna
El viaje a la felicidad y, por añadidura, a la abundancia empieza cultivando tu vida interior. La paz interior puede llevar a la abundancia. Practicar el desapego nos lleva a disfrutar la abundancia sin que te condicione perderla.
Ahora solo falta tu compromiso por querer trabajar tu interior. Siembra paz en tu interior y verás cómo el resto se ordena por sí solo. Porque, como dijo alguna vez Buda: “La paz viene de dentro. No la busques fuera”.